Incesante, si incesante ha
sido la búsqueda por conocer aquella nobleza, pero no la que reflejara un
vestir, con un color muy selectivo. Incesante y a la vez tranquilizante
encontrar en aquel rincón del mundo, la perfección por las creaciones sociales.
Tú, un hombre lleno de
elogios, y estrellas de números y cordones, ajustados tus pantalones con el
acero que encima llevas. Es aquella la responsabilidad de cargar con la
justicia social, de perseguir hombres, encerrar y hallar culpables.
Culpable yo que por buscar
donde no se me ha perdido, hallé la voz de un ser maravilloso, la obra entre
voluntades y errores, pero a su vez la probabilidad y la posibilidad de un buen
amor.
Amor? será posible
definirlo, bien lo dice aquel Cuauhtémoc que definir es limitar y el amor no
tiene límites. La fuerza motivadora de tu esencia que me atrae, es la principal
causante de afirmar un sentimiento.
Y es que por las calles del
amor una intrépida doncella se ilusiona y desilusiona, tal vez con los suspiros
entre cortados, o con lo redondo de tus ojos o el definir de cada palabra que
tu boca profiere.
Ser raptada en medio de un
obscuro y pésimo anochecer fue el sueño de cualquier princesa de hadas, o el
imaginativo de cualquier pasaje de un caballero de un hidalgo.
Pero el amor lleno de
espinas se apodero que aquel hombre que con balas pudiera impactar para sellar
en un momento al claro de luna con un beso la definición verdadera del amor.
Jamás el imaginativo de
creer que tendría mi propio juicio para quedarme encerrada en mi propia cárcel,
tú corazón.