domingo, 7 de diciembre de 2014

Caballero de acero

Incesante, si incesante ha sido la búsqueda por conocer aquella nobleza, pero no la que reflejara un vestir, con un color muy selectivo. Incesante y a la vez tranquilizante encontrar en aquel rincón del mundo, la perfección por las creaciones sociales.

Tú, un hombre lleno de elogios, y estrellas de números y cordones, ajustados tus pantalones con el acero que encima llevas. Es aquella la responsabilidad de cargar con la justicia social, de perseguir hombres, encerrar y hallar culpables.

Culpable yo que por buscar donde no se me ha perdido, hallé la voz de un ser maravilloso, la obra entre voluntades y errores, pero a su vez la probabilidad y la posibilidad de un buen amor.

Amor? será posible definirlo, bien lo dice aquel Cuauhtémoc que definir es limitar y el amor no tiene límites. La fuerza motivadora de tu esencia que me atrae, es la principal causante de afirmar un sentimiento.

Y es que por las calles del amor una intrépida doncella se ilusiona y desilusiona, tal vez con los suspiros entre cortados, o con lo redondo de tus ojos o el definir de cada palabra que tu boca profiere.

Ser raptada en medio de un obscuro y pésimo anochecer fue el sueño de cualquier princesa de hadas, o el imaginativo de cualquier pasaje de un caballero de un hidalgo.
Pero el amor lleno de espinas se apodero que aquel hombre que con balas pudiera impactar para sellar en un momento al claro de luna con un beso la definición verdadera del amor.

Jamás el imaginativo de creer que tendría mi propio juicio para quedarme encerrada en mi propia cárcel, tú corazón.